Comenzando por el
principio, comenzando por mí.
Mi nombre es Carlos Luis Flores Ríos. Soy egresado de la
carrera de psicología de la Facultad de Estudios Superiores Iztacala de la
UNAM. No soy alguien extraordinario, espero lean estas líneas que quizá sean
muchas, quizá no sean extraordinarias, pero quizá le sirva a alguien o a muchos
a hacer un cambio real de lo que queremos y somos, y de lo que queremos de los
demás.
En un país como México, poder hablar de esperanza suena
idílico. Por un lado la gran mayoría de nuestros políticos, jueces, policías y
servidores públicos de cualquier nivel además de ser parte de un sistema que
recibieron corrupto, lo corrompen más. Y pareciera que el camino ha sido en los
últimos años burlarse de cada ciudadano. Por el otro lado los ciudadanos ante
tal desfiguro y apabullante realidad piden, en su opinión con justa razón, la
sangre de aquellos que debieron servirlos y los burlaron. Cada día pareciera
que está más cerca ese pequeño detalle que nos lleve a una revolución. Sangre
de unos y sangre de otros. Y a ese nivel sangre de asesinos en ambos bandos.
Yo en lo personal en muchas ocasiones podría haber sido
participe de actos revolucionarios de haberse dado. Algunas veces por
consciencia social, algunas otras por sentirme impotente ante injusticias
propias y ajenas, otras quizá por rebeldía natural, en todas estaba equivocado.
Al pensar en dichos momentos, sé que quería un cambio, sé que
quería que los corruptos pagaran, sé que quería el bien de México, de los
mexicanos, mío. Pero, ¿Y quién nos/me lo daría? Jamás llegue a ese punto. Hasta
ahora: ¿A quién le dejaría decidir por mí? ¿Quién bajo las circunstancias que
he conocido de cada persona que ha pasado por mi vida podría ser ese alguien
que cambiará a México? No he encontrado la respuesta y no confió en mí.
Se dice que el poder corrompe, eso me atemoriza. La gran
mayoría de las personas al ser cuestionadas ¿qué harías si fueras
gobernante/diputado/senador/servidor público? Tendrían respuestas como: a) pues
trataría de hacer las cosas bien y ser buen servidor, pero no robaría tanto, nomas lo justo. b) pues a ver que saco, ya nos toca. Pero trataría de hacer
bien las cosas. c) sacaría a todos los corruptos por la buena o por la mala (no
sabemos cuál es la buena ni la mala y menos sabemos quién sustituiría a dichos
corruptos) y vería con mano de hierro (esto también me atemoriza) que se
cumplieran mis órdenes (¿qué ordenes? ¿A quién beneficiarían esas órdenes?). El
resto de los ciudadanos por distintas razones preferiríamos no tener la
responsabilidad de multitudes, en mi caso porque no confió en el sistema y
porque no me considero una persona adecuada para controlar un poder tal.
Durante mi vida he cometido infinidad de errores y acciones
negativas. He sido infiel, en ello he mentido infinidad de ocasiones y muchas
de ellas mirando a los ojos de una persona. Cuando joven he robado dinero a mis
padres, les he mentido. He deseado muchas veces el mal al prójimo, me he
alegrado de sus desgracias. He sido corrupto, he recomendado a muchos serlo
para “tenerla más fácil” en ciertas situaciones. He tirado basura en la calle.
He negado favores que me eran posibles y que no me representaban molestia
alguna. He sido vencido infinidad de veces por la pereza, la gula, la avaricia,
la lujuria, la ira, la envidia y la soberbia. He molestado gente, he ofendido,
he herido. En fin, no soy un ciudadano/amigo/pareja modelo.
Y sin embargo, no puedo más que horrorizarme al ver la cara
desollada de un estudiante Ayotzinapo, con sus cuencas oculares vacías. La
primera reacción al saber del ataque a los estudiantes y al camión del equipo
de fútbol (que así fue como me entere en una página deportiva en línea) fue de
indignación, de rabia, de enojo, pero también del: esto es México, es culpa de
nosotros los ciudadanos por permitirlo, no pasara nada. Y por ende de: ojala
hubiera una revolución, si pudiera matar a cada uno de los responsables (aunque
hace tiempo he pensado que no acabaría, son/quizá somos demasiados) pero
entonces pocos días después vi la imagen de Julio Cesar sin piel en la cara,
sin ojos.
Mi corazón se detuvo, mi cabeza se congeló, mi razón regreso
a mí. Me duele enormemente que un ser humano sin importar su edad, su género,
su tendencia sexual, su religión, su posición social/económica, sus gustos
musicales, su forma de vestir/hablar, su equipo de fútbol tenga que terminar así, que haya sufrido lo que sufrió. Que su madre, padre, hermanos, hermanas,
pareja haya visto esa imagen me parece doloroso y me llena los ojos de
lágrimas. Yo no quisiera ver a nadie de mis seres queridos, a ningún amigo, a
ningún conocido, a ningún desconocido ni a aquellos que se consideren mis
enemigos (que hoy ya no creo tener) así. Mucho menos podría imaginarme siendo
el ejecutor de dicho crimen, no podría. Ni siquiera me visualizo atropellando
un perrito, no podría.
No podría ser la causa de dolor de una madre que no sólo no volverá a ver a su hijo a su lado sino que además tuvo que verlo así, imaginar su
sufrimiento y saberse incapaz de haberlo protegerlo. No podría dormir, no
podría recibir una orden así, no podría servir a quien da órdenes así, no
podría dar una orden así, no podría votar por alguien así, no podría ser
padrino político de alguien así, no podría ser procurador de justicia e ignorar
a alguien así, no podría ser superior de alguien así, no podría compartir
ideales políticos con alguien así, no podría sentarme a la mesa con alguien
así, me sería sumamente difícil darle mi mano a alguna de las personas que si
permitieran todo lo anterior.
Y sin embargo creo que debo hacerlo. No veo como derribar a
cada uno de ellos por la fuerza, tomando su vida, ensangrentando más a México,
impactando más de esa forma corazones y mentes, no veo como pueda haber
solución atacando, ofendiendo, matando, culpando; ¿Cuál de esas acciones tiene
carga positiva? ¿Cuál de ellas cura? ¿Cuál construye? ¿Cuál da soluciones?
Conciliar, escuchar, entender, comprender, procurar,
empatizar me suenan mejor cuando la violencia ha invadido este país.
Escuchar permite saber del otro, ser escuchado a veces
también nos permite reflejarnos en el otro. En muchas de mis acciones nunca
considere a la otra persona, bastaba con saber que yo me sentía bien, con
justificar de diferentes formas, unas lógicas unas no tanto, mis acciones.
Bastaba, hoy no. Hoy sé que lastime a gente que me amó a otros que me aman. Sé
que ofendí por lastimar a gente que se cruzó en mi camino, así es, algunos solo
porque se cruzaron en el momento adecuado, en el momento en que yo decidí ser
el centro del universo. En el momento en que decidí que mi voluntad sobrepasaba
el interés, sentir y voluntad de otros. Me alegra no haber llegado más lejos,
me alegra no haber tenido más poder del que he tenido. Hoy me encantaría haber
sabido mucho antes que solo soy una persona entre tantas queriendo ser feliz,
queriendo ser exitoso y queriendo ser un hombre digno.
No digo que no se haga justicia, sí que se haga la justicia
adecuada. No digo que México no deba reconstruirse, sí que debe crearse un nuevo
sistema completamente que permita que quien sea que gobierne a cualquier nivel
trabaje adecuadamente a la vez que sea evaluado de la forma correcta. Que quien
procure nuestra seguridad lo haga cobijado por la confianza, con habilidad, con
educación. Que quien vigile la imparcialidad en las votaciones comienza por
conocer lo que es la imparcialidad al lograr su puesto de forma limpia y a la
vista de todos, que quien eduque en las escuelas domine ese arte, ame su
admirable profesión, que quien eduque en casa sea responsable de ello, que
hable como quiera que sus hijos hablen, que actué como quiere que sus hijos
actúen. Que todo aquel que provea un servicio tenga convicción plena de lo que
hace, del valor de su aporte a la sociedad.
Que todo aquel que reciba un servicio comprenda lo anterior, con un
gracias y una sonrisa sincera se abren cualquier puerta. Pero no reconstruir a México con más sangre,
no intentar limpiar a México corrompiendo corazones y perturbando mentes más de
lo que ya están.
No está mal pedir la renuncia de cualquier burócrata y
servidor público a cualquier nivel. El punto es ¿Quién entonces? Quien deba ser
enjuiciado y condenado, que lo sea. Quien haya de ser despedido, que así sea.
Ninguno merece ser asesinado ni sobajado. No ganamos nada con linchar al
corrupto, lanzamos una piedra al aire que algún día caerá sobre nosotros, sobre
quienes amamos, sobre lo nuestro. El de al lado también soy yo. El corrompido
también he sido yo, y ya que no quiero serlo no puedo dejarlo sólo en su condena.
El que gobierna ha sido elegido por acción u omisión. Esta ahí porque lo
permitimos, porque lo votamos, porque no votamos, porque merecemos el tipo de
gobierno que permitimos. Si los medios manipulan, es porque pueden, porque generan
ingresos de miles de productos que consumimos todos, hay solución también a eso
sin violencia.
Podemos gobernar todos a México desde el lugar que nos
corresponda de darse una revolución social (pacifica), pero primero debemos
gobernarnos a nosotros mismos. Esa es mi esperanza.